Esta Semblaza fue leÃda en el funeral del General Imbert Barrera por el señor Frank Rainieri , el 1 de junio del 2016
Muy Buenas Tardes.

"La muerte no nos roba
a los seres amados. Al contrario, los inmortaliza en nuestros recuerdos", dijo Franc;ois Mauriac.
El Gral. Imbert Barrera estará inmortalizado en el recuerdo
de todos aquellos que le conocimos, le tratamos o
simplemente siguieron su trayectoria.
Su figura austera,
tÃmida, sencilla, inmutable, con su eterno cigarrillo en la boca, su hablar pausado,
directo, su mirada
lejana y sus proverbiales citas y anécdotas pueblerinas, no habrá forma de olvidarlas.
Biznieto del héroe de la Restauración de la República, General }ose MarÃa Imbert y nieto del General Segundo
Imbert, Vice-Presidente de la República, desde joven pesó sobre sus hombros
la carga de una tradición
de hombres de honor y gallardÃa, dispuestos a enfrentar cualquier
situación que en el transcurso que la vida se les presentase.
Hombre muy privado,
su vida, fuera de su participación en el ajusticiamiento del 30 de Mayo,
es poco conocida.
Nació asmático, condición
que no limitó su vida. A muy corta edad quedó huérfano de padre y quizás por eso mismo, formó familia muy joven . Hombre práctico, de principios
firmes, honesto, franco
y enemigo de las lisonjas
y del adulamiento.
Desde muy joven y a pesar de ocupar cargos
gubernamentales en el gobierno
de Trujillo, comenzó a complotar
contra la tiranÃa
y ya para finales de la década de los 40, fue "huésped" en las cárceles del Tirano.
Al dejar su Puerto Plata natal, llega a la ciudad de Santo Domingo,
y al poco tiempo, con su primo Moncho Imbert y los hermanos
Josué y Elizardo Erickson, organizan un grupo con el propósito
de volar por los aires al Sátrapa; proyecto que posponen, cuando
Moncho decide unir al grupo al Movimiento 14 de Junio.
Develado el complot
del 14 de Junio y presos la mayorÃa
de sus compañeros, Antonio Imbert se mantiene activo buscando la forma de lograrle la libertad a nuestro pueblo.
Conversando con su Ãntimo amigo Salvador Estrella
Sadhalá, deciden formar un grupo a fin de eliminar al Tirano. Las circunstancias de la vida llevan a que
tiempo después, fruto de una conversación entre Salvador Estrella
Sadhalá y Antonio de la Maza, quien tenÃa un grupo con los mismos propósitos, deciden unir
esfuerzos y de ahà surgen
el grupo de acción y el grupo polÃtico
que llevaron a cabo el ajusticiamiento del 30 de Mayo. Esa noche, el carro con la responsabilidad principal,
era conducido por Antonio Imbert.
Sobre el 30 de Mayo se ha hablado mucho, pero en lo personal,
creo que lo que convirtió
a
los
Héroes
del
30
de
Mayo
en
verdaderos
héroes,
fue, utilizando la jerga de hoy dÃa, que "No
tenÃan un plan B", no sabÃan a donde irÃan a buscar
refugio o qué harÃan, en caso de que el plan fallara.
Fueron verdaderos suicidas.
Una vez, al ser cuestionado sobre la persecución Trujillista, Tio Antonio
dijo: "Si nos hubiésemos puesto a pensar sobre donde escondernos, no lo hubiéramos intentado".
Es posible que, en lo que a continuación
voy a relatar, incluya situaciones desconocidas para muchos.
Asà fueron los hechos
y asà se escribió la historia.
Con el fin de la TiranÃa, se inicia una etapa de transición
en el paÃs, caracterizada por la inestabilidad polÃtica, el surgimiento de fuerzas extremas producto de la guerra frÃa y la
incidencia de los grupos trujillistas en la polÃtica, la
economÃa, los medios de comunicación y el control casi absoluto de las
Fuerzas Armadas.
El General Imbert, en esta difÃcil
etapa, se convierte
en un ente mediador y protector, evitando
que las fuerzas más rad icales eliminaran a muchos miembros de la juventud
dominicana. Y en muchas
ocasiones, propició la salida del paÃs de personas
cuyas vidas estaban en peligro
frente a las
fuerzas extremistas.
No dudó en asumir esta responsabilidad cuando el Presidente
Juan Bosch fue depuesto y solo aceptó salir del paÃs bajo la condición de ser acompañado en el barco por el General
lmbert, pues consideraba que solo con él, su vida estaba garantizada. Y no fue infundado ese
temor del Presidente
Bosch.
Los ejemplos de este tipo de actitud
responsable y clara, abarcaron todo el espectro polÃtico-social de nuestro paÃs. Solo dÃas antes de
irse a las
montañas, aquel gran dominicano, Manolo Tavarez Justo, fue a visitarle. Al informarle lo que estaba
planificando, el General Imbert le dijo que
si se iba a la
montaña, le estarÃa dando la oportunidad a los militares trujillistas de eliminarlo. Lamentablemente no se equivocó.
Tiempo después, en
un momento en
que nuestro paÃs estaba dividido en dos bandos, en que la sangre se
derramaba, y del
cual todavÃa no
se ha escrito la verdadera historia, es Antonio Imbert
el hombre que acepta presidir un gobierno que contaba con la aprobación de ambos grupos en
guerra, que lo consideraban como la única persona
que podÃa lograr la
paz y evitar un mayor baño de sangre.
Durante ese tiempo también intervino en múltiples ocasiones para salvaguardar la vida de mucha
gente. No olvido el caso de mi querido compadre Freddy Beras-Goico, quien estando preso estuvo en peligro de muerte porque grupos militares pedÃan su cabeza.
El General lmbert
lo protegió entregándolo a su tÃo el Cardenal
Beras y le pidió que lo sacara del paÃs porque era imposible garantizar
su vida.
Freddy, se convirtió
durante el resto de su vida,
en uno de los grandes amigos y defensores del General Imbert, a quien llamaba
cariñosamente, tÃo Antonio.
Luego de las elecciones de 1966, enquistados en el poder grupos de fuerte extracción Trujillista, el General lmbert
permanece prácticamente en un encarcelamiento domiciliario, hasta que en una plácida
mañana de Semana Santa de 1967, testaferros de la familia Trujillo lo emboscaron en plena ciudad y trataron
de eliminarlo. Recibió
cinco balazos que casi acaban
con su vida, pero
gracias a su temple logro llegar hasta la ClÃnica
Internacional, y poco después, decenas de jóvenes
de todos los grupos sociales
y polÃticos del paÃs, se apersonaron en la clÃnica
tomando control, a fin de que los asesinos no pudiesen regresar.
Fue un testimonio de apoyo a la figura y a la persona del General Imbert.
Años más tarde,
cuando en unas elecciones libres y democráticas, grupos civiles y militares pretendieron desconocer los resultados de las urnas,
es Antonio Imbert, quien una
vez más, juega el papel de árbitro
y mediador, a fin de asegurar
la instalación democrática del Presidente Electo Don Antonio Guzmán, y con él, iniciar la democracia alternativa en el paÃs.
No hubo una situación de conflicto en el paÃs que
requiriera su presencia y en la que
él no se hiciera presente.
Será la historia, cuando las pasiones y los intereses
disminuyan, y den paso a la objetividad, que dará a conocer el verdadero rol del General Imbert Barrera en la historia democrática de nuestra nación.
Pero también está el otro General lmbert,
tÃo Antonio, aquél que siempre tenÃa un consejo sincero
y franco para sus familiares
y amigos; aquél que en un febrero de 1970, caminó por la Calle El Conde con
la mirada perdida
y las lágrimas en los ojos junto a miles de dominicanos que lloraban una traged
ia nacional.
Recuerdo cuando un joven polÃtico
en casa de tÃo Antonio,
se lamentaba por las crÃticas que un medio de comunicación le hacÃa y
tÃo Antonio le
dijo: "No te preocupes por eso, tú no eres moneda de oro para gustarle a todo el mundo". Y es que tenÃa una visión
muy clara y práctica de lo que somos los seres humanos.
Le tocó vivir en la cúspide
del poder, pero también en la soledad
de una "Cárcel viviente"; recibir lisonjas y
halagos, pero también
la crÃtica dañina y malsana y el alejamiento y abandono de conocidos. Y todo lo
soportó sin amargura ni sentimientos espurios, pues consideraba que todo esto
era parte de la vida; y la ingratitud, parte de los seres humanos.
En una ocasión en
que me tocó presidir una organización empresarial, me dijo: "Mi hijo, no olvides que el que empuja no se cae, se cae el
que se deja empujar".
Y es que a él, la vida lo habÃa empujado
a muchas situaciones
difÃciles y aunque de ninguna se arrepintió, todas pesaron en su vida.
Fueron muchas las personas que desfilaron por su casa de la Sarasota, y sentados debajo de un árbol de Cana Fistol o en la salita de
su casa, le pidieron un consejo, su apoyo, o simplemente se desahogaron con tÃo Antonio.
Lo visitaban desde los más humildes ciudadanos hasta los más encopetados empresarios; lÃderes polÃticos
de izquierda, centro y derecha; profesionales y militares; prácticamente todos los grupos sociales del paÃs, incluyendo Presidentes de la República.
Hasta sus últimos
años, cada martes era visitado por un grupo que se convirtió en una peña, en el que participaban ex-guerrilleros, ex-generales, profesionales, empresarios y polÃticos entre muchos otros. Personas que en ningún lugar se sentarÃan juntas,
pero bajo la sombrilla de tio Antonio
lmbert, podÃan compartir.
Fué el refugio
de muchos de nosotros; y siempre supo sobreponerse a los momentos duros de su vida, enfrentándolos con decisión, valentÃa y sencillez.
Siempre pensando
en nuestro paÃs y en la libertad, no habÃa un Aniversario
de la Gesta del 30 de Mayo, en el que su exhortación no fuese la misma: "Defendamos la libertad que es el valor principal de una sociedad". Y reiteraba: "Siempre estaré dispuesto a luchar y ofrendar mi vida por la libertad".
Hoy, al despedirlo de esta tierra,
Giralda, su esposa y compañera de casi 45 años, y sus hijos
Tony, Osear y
Eduardito, quieren simplemente despedirlo como él vivió: En paz, con honor, con decencia y con la mirada puesta
en el más preciado
valor de una sociedad: LA LIBERTAD!! !!!!
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