Escrito por Vanessa Rodríguez Messina, especial para EL BUQUICITO
1 de abril del 2020
Desde hace unos meses en casa estamos luchando con unos ratones que dejan sus marcas en lugares como la terraza y la cocina.
Tenemos tres perritas, dos de ellas Fox Terrier, que son cazadoras y que no dejan con vida a ninguna avecilla que se le ocurra posar en un mueble y los ratones corren la misma suerte. Una de ellas es más astuta -Mia- y desde hace días anduvo metida por los rincones, oliendo y escarbando, indicativo de que por ahí ha pasado algún ratón
Efectivamente, lo primero que se comieron fueron los alambres del teléfono, nos quedamos sin cable e internet y nos dimos cuenta cuando vino el técnico de Claro y notificó que ese había sido el problema. Le hizo un "tente ahí" al alambre, explicandonos que teníamos que hacer un nuevo reporte para venir otro técnico a cambiar el alambrado de manera más profesional. Así lo hicimos, con la pena que aún lo estamos esperando.
Como es de suponer, de inmediato nos pusimos en "modo cazar ratones". No me gustan las ratoneras, porque luego que atrapa al roedor, se supone que hay que ahogarlo o darle con un palo, lo que considero muy desagradable.
No me gusta la manipulación con venenos, especialmente por las perras , por lo que opté por algo sencillo. Mezclé harina de trigo, con cemento y azúcar , colocando varios platitos en los rincones. Todos los días al levantarme revisaba y veía con agrado que se lo habían comido, las cosas aparentemente mejoraron, porque se supone que al comer ese polvo, les da sed y con el agua el cemento endurece.
Hasta que un día, estando frente a la TV, veo un "celaje" que cruza ante mis ojos y se mete detrás de un librero. ¡ Era un ratón ! Atiné a llamar a la perra - Mia, Mia ... - que se puso como loca buscando por el área y nada de aparecer, no sé por dónde se escapó el ratón.
De nuevo a poner el remedio, esta vez me dieron unas pastillas de un medicamento humano que produce hemorragia. Hice la mezcla, también se lo comieron. Y seguían apareciendo.
Mi desesperación fue en aumento, cuando nos dimos cuenta que los ratones pasaron por la cocina, al encontrar un guineo rullido y una funda de la comida de las perras con una tronera. Entonces mi esposo trajo un veneno del campo y lo mezcló con aceite y arroz en un tarro de mantequilla y lo pusimos sobre un papel en la meseta .
Al otro día ¡ que susto! Orlando encontró el envase del veneno en el suelo y Mía estaba comiendo su contenido. Ahora el pánico fue con la perra. A tibiar leche para ver si vomitaba, le dimos casi un cartón. Luego una inyección de atropina intravenosa como antídoto. La perra estaba "jarta" de la leche y se puso boba. Así pasó todo el día en observación y nosotros con el corazón en la boca. Al final se recuperó.
Cada noche era un ritual en la cocina, guardar las frutas y víveres en la nevera, poner papeles en la mesetas para verificar si habían pasado, cerrar bien la despensa y en la mañana, pasar agua con cloro. Lavar y desinfectar toda la losa - por un por si acaso-
Desesperada fui a APROLECHE donde me recomendaron unas pastillas, como en gel, que no hace daño a los animales domésticos, ni a las personas, así que puse en todas las ventanas, balcones , rincones y detrás de la estufa y nevera. Los ratones se lo comieron todo.
Sucedió entonces algo muy gracioso. Luego de varios días sin la presencia de los roedores, empezamos a escuchar un chillido agudo detrás de la estufa. Lo primero que hicimos fue encender el horno, para que si había algún ratoncito escondido saliera huyendo por el calor y nada, el sonido seguía igual.
Buscamos al conserje para que moviera la estufa y revisara detrás de la nevera y el sonido igual. Sacamos totalmente la estufa, revisamos con un foco dentro del horno, sacamos todas las hornillas y parrillas y el chillido igual. Ya casi estábamos llorando por el ratoncito, pensando que estaba atascado en la parte trasera de la estufa entre dos tolas, que no había forma de sacarlo. Y no solo eso, sino pensando que si moría no íbamos aguantar el mal olor y tendríamos que romper la estufa.
Luego de todos los intentos sin ningún resultado, decidimos volver a poner la estufa en su lugar y entonces nos dimos cuenta que la misma estaba conectada a una extensión y le dije que la desenchufara y ¡ oh milagros, ahí mismo se calló el chillido ! no había ningún ratón, sino una especie de cortocircuito.
Luego de todas estas acciones para desterrar los ratones de la casa, vino la cuarentena obligatoria que nos mantiene a todos dando vuelta dia y noche y por supuesto pendiente de las bolitas de las ventanas. Y oh sorpresa, me he dado cuenta, que las mismas no han sido tocadas y que no hay rastro por ninguna parte de los roedores. Tampoco sube ningún mal olor por el patio, ni las perras andan desesperadas oliendo entre los rincones, por lo que he llegado a la conclusión que también los ratones están en cuarentena. ¡ Que sigan así, porque en caso contrario, voy a tener que buscar un gato !
Vanessa Rodríguez Messina
1 de abril del 2020
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