La vez que llegué a La Vega de ayer en una Alfombra
Mágica.
Jorge A Jorge Batista Clifton, NJ
Cada vez que escribo sobre mis años en La Vega, lo hago convencido de que es la última vez. Ahí es cuando me doy cuenta, que es Dios quien manda y planta nuestras raíces. Depende de nosotros, la cosecha de sus fruto y la sombra de puedan dar sus ramas. Mi niñez allá fué breve, y mi adolescencia en otros lados.
Puedo citar los días de Reyes Magos, en la noche poníamos agua y yerba a los camellos, pretendiendo estar dormido, pero con un ojo abierto, para verlos llegar. La Vieja Belén era la otra cosa, nunca pasó por nuestra casa, no se aprendía el camino, ¿sería que no tenia un Celular?
Jorge A Jorge Batista Clifton, NJ
Cada vez que escribo sobre mis años en La Vega, lo hago convencido de que es la última vez. Ahí es cuando me doy cuenta, que es Dios quien manda y planta nuestras raíces. Depende de nosotros, la cosecha de sus fruto y la sombra de puedan dar sus ramas. Mi niñez allá fué breve, y mi adolescencia en otros lados.
Puedo citar los días de Reyes Magos, en la noche poníamos agua y yerba a los camellos, pretendiendo estar dormido, pero con un ojo abierto, para verlos llegar. La Vieja Belén era la otra cosa, nunca pasó por nuestra casa, no se aprendía el camino, ¿sería que no tenia un Celular?
Nuestra
aventura al río ayer -posiblemente antes que lo desvíen- fue fabulosa, excepto
que a última hora, no encontramos cazabe; tuvimos que comprar
media arepa y dos aguacates.
Los cuartos no dieron para unos Mavís o Soda, el agua del río resolvió el problema. Hace años que no probaba la
“Jina” ni los “Pomos”, se dan en abundancia en los ríos; esta vez no les hice caso.
En el camino, llegando a la finca de Maguela, estaba la vieja mata de Jagua, otra de “Algarrobo” (Sica en Cajeta). Es una vaqueta llena de un polvo amarillo, algo melcochoso. De un sabor raro, pero debe tener un buen uso medicinal. Pena que no sea tiempo de mangos. A nuestro regreso, nos encontramos, - salia de una finca-con Vinicio , hermano del Maestro Sastre Ubiña y nieto de Doña Gule, la lavandera. Vinicio, amigo de infancia, era un experto cazador de “ciguas” y todo tipo de pájaros, con “tirapiedras”; en cualquier mata, no importaba lo alta que fuera la tumbaba. Esta vez, traía una salta, como con 15 ciguitas. Lo único es que para hacer un sabroso “Locrio”, necesitaba como 60.
A Vinicio también le gustaba la pesca. Un día en que pescaba en El Camú, en un momento que haló con fuerza la cuerda, esta saltó, y el con la boca abierta, el anzuelo se le clavó en la lengua; así fue llevado y atendido en el hospital.
La miseria y escasez de esa época, era horrible; tiempos de 2da. Guerra Mundial, se escaseaba todo. Las Amas de casas, cogían las suaves telas de los saquitos blancos de harina de trigo. Estos traían unas letras, con la marca de la harina. Como no se conseguía tela, a lo que Amas de Casas, desteñían las letras, que muchas veces no salían por completo. Se llegaron a ver hombres bañarse en el rio en calzoncillos, que decían detrás: “Harina de Trigo Grano de Oro”.
En el camino, llegando a la finca de Maguela, estaba la vieja mata de Jagua, otra de “Algarrobo” (Sica en Cajeta). Es una vaqueta llena de un polvo amarillo, algo melcochoso. De un sabor raro, pero debe tener un buen uso medicinal. Pena que no sea tiempo de mangos. A nuestro regreso, nos encontramos, - salia de una finca-con Vinicio , hermano del Maestro Sastre Ubiña y nieto de Doña Gule, la lavandera. Vinicio, amigo de infancia, era un experto cazador de “ciguas” y todo tipo de pájaros, con “tirapiedras”; en cualquier mata, no importaba lo alta que fuera la tumbaba. Esta vez, traía una salta, como con 15 ciguitas. Lo único es que para hacer un sabroso “Locrio”, necesitaba como 60.
A Vinicio también le gustaba la pesca. Un día en que pescaba en El Camú, en un momento que haló con fuerza la cuerda, esta saltó, y el con la boca abierta, el anzuelo se le clavó en la lengua; así fue llevado y atendido en el hospital.
La miseria y escasez de esa época, era horrible; tiempos de 2da. Guerra Mundial, se escaseaba todo. Las Amas de casas, cogían las suaves telas de los saquitos blancos de harina de trigo. Estos traían unas letras, con la marca de la harina. Como no se conseguía tela, a lo que Amas de Casas, desteñían las letras, que muchas veces no salían por completo. Se llegaron a ver hombres bañarse en el rio en calzoncillos, que decían detrás: “Harina de Trigo Grano de Oro”.
Hay
situaciones que se nos presentan y no discriminan, si viejos, jóvenes o niños. A mis
8 años, me vi envuelto junto a mi familia,
en una situación, que pudo haber tenido graves y lamentables resultados. Por
problemas personales y chismes políticos, Papá fue encarcelado en la Fortaleza
del pueblo, (hoy sede del cuerpo de bomberos), condenado a 3 meses
de prisión.
Junto a el, cumplía condena por actividades anti-trujillístas, un grupo de veganos, entre ellos, Mario Fernández, Rafaelito Espínola y otros. El único modo de sustento con que Mamá contaba era lo que nos producían dos empleados, que felizmente no nos abandonaron. Eso no fue fácil.
En la celda con Papá, había también una persona muy importante. Preso por estar envuelto en un complot para eliminar a Trujillo, fue enviado a La Vega, el Capitán del Ejercito, Eugenio De Marchena. La familia y el, se hicieron muy amigos, a tal extremo que a mi me prometió, que cuando cumpliera su condena, quería ser mi padrino de confirmación; pero el sabía que de ahí, no salia con vida. Era un hombre “Buen Típo - Elegante”, me acuerdo que usaba un bonito reloj.
Una noche, por orden del Coronel de Puesto, fue sacado de la celda y fusilado en otro lugar. Nunca se supo donde fue enterrado: “El Capitán Eugenio De Marchena, no pudo ser mi Padrino, ni yo su ahijado”. Cuando visito La Vega, trato de no pasar por esa calle.
Junto a el, cumplía condena por actividades anti-trujillístas, un grupo de veganos, entre ellos, Mario Fernández, Rafaelito Espínola y otros. El único modo de sustento con que Mamá contaba era lo que nos producían dos empleados, que felizmente no nos abandonaron. Eso no fue fácil.
En la celda con Papá, había también una persona muy importante. Preso por estar envuelto en un complot para eliminar a Trujillo, fue enviado a La Vega, el Capitán del Ejercito, Eugenio De Marchena. La familia y el, se hicieron muy amigos, a tal extremo que a mi me prometió, que cuando cumpliera su condena, quería ser mi padrino de confirmación; pero el sabía que de ahí, no salia con vida. Era un hombre “Buen Típo - Elegante”, me acuerdo que usaba un bonito reloj.
Una noche, por orden del Coronel de Puesto, fue sacado de la celda y fusilado en otro lugar. Nunca se supo donde fue enterrado: “El Capitán Eugenio De Marchena, no pudo ser mi Padrino, ni yo su ahijado”. Cuando visito La Vega, trato de no pasar por esa calle.
Para contactar al articulista escribir a: chiconino@msn.com
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